sábado, 29 de mayo de 2010

La luz del parque.



Lo que más me gusta de pasear por el parque cada noche con mi perro, es la oportunidad de disfrutar de la tranquilidad que se respira de noche. Rodeado de árboles y plantas, que curiosos observan a los transeúntes mientras yo dejo volar mi imaginación…


Lo que más me gusta es pasear observando la luna, sobre todo si está llena. La luna llena ilumina el parque de una manera muy peculiar, todo se ve más claro, hay más gente y todo parece diferente. Yo siempre miro fijamente la luna estos días. Mis amigos saben que si están lejos, solo tienen que mirarla y por muy lejos que estén… la luna hará de puente entre nosotros, y ni ellos estarán lejos… y ni yo los añorare...

Otra cosa que me gusta, y a veces miro con algo de absurda envidia es como las parejas de enamorados pasean abrazados. Como unen sus cuerpos en un intento de que nada ni nadie los separe. Otros simplemente pasean unidos de la mano. A estos últimos sí que los envidio mucho más.
El hecho de dar la mano es una cosa que habitualmente utilizamos sin apenas observar ni las reacciones que provocan, ni la importancia de este hecho.
El valor de la unión de manos, o lo que provoca el estrecharlas, siempre se ha utilizado para demostrar signo de respeto, de fraternidad o de entendimiento entre personas, generalmente entre hombre.
Es cierto que todos, si en especial somos hombres estamos acostumbrados a ello. Lo que más me interesa de esta costumbre es que el hombre no está preparado para dar la mano a la mujer. Aquí existe una línea que no cruzamos, así como así.
Cuando conocemos a alguien lo que más… es un beso de cortesía. Tocar la mano de una mujer muy pocos saben hacerlo, sin que se les note el rubor que provoca.
Para un hombre la mano de una mujer es algo sutil y delicado, no sabe si apretarla o solo rozarla, si la mantenemos demasiado parece indecoroso y si la apartamos antes podemos resultar parecer alguien inseguro.
Durante años he observado en mi trabajo esto. Y aunque me parece curioso comprobareis que es verdad.

Yo tengo devoción por mis amigas, ellas lo saben, las amigas que mantengo desde hace tantos años me conocen, la semana pasada me visito una de ella con su niño, nada más verla se me alegro la cara, le di dos besos al niño, y durante no menos de dos minutos mantuve sus manos entre las mías, no hacía falta decir nada…, el cariño y afecto se trasmite por el tacto y los gesto, es una costumbre que mantengo… y que animo a que lo observéis y por supuesto la pongáis en práctica.

Así el enamorado que agarra la mano de su pareja, de una manera especial esta comunicándose con ella. Esta demostrándole su amor, su cariño, su afecto, su lealtad… es fácil hablar o abrazar a alguien, pero sujetar firmemente la mano de alguien es más difícil…

Todo esto se me viene a la cabeza mientras al caminar voy rodeando a unos árboles magníficos, familia de las secuoyas, que ya miden aproximadamente como una casa de 6 plantas. Además de altos son de un porte magnifico. No puedo evitar alargar la mano y rozar ligeramente su corteza al pasar. El hecho es para mí inevitable, lo que siento no puedo explicarlo. ¡Pero el árbol está vivo!, siente como yo, y lleva aquí quieto mas de cien años. ¿Qué me diría si pudiese hablar?.

Otra cosa curiosa que me hace disfrutar es ver todas las noches las multitudinarias filas interminables de hormigas que no cesan de trabajar nunca. Me fijado que solo se da en los hormigueros a pie de las farolas. Las luces no naturales de estas, han modificado sus ritmos biológicos, y ahora no paran día y noche de trabajar.
Observo que días no salen, y de momento solo la lluvia las ha detenido.
Es increíble como el ser humano cambia todo lo que toca.



Con esto, os he invitado a que paseéis por vuestros parques a la luz de la luna…
Con vuestras pareja o bien con vuestros perros…
Que os impregnéis del extraño magnetismo que provoca andar entre arboles…
Que miréis a la luna llena para recordar a los seres queridos que no están…
Que saboreéis cada momento que viváis con los que están cerca. Tocar, besar o abrazar a los amigos y a los seres queridos os hacen sentiros muy bien…
Y ¡cómo no! Por mucho que os pese, ¡recordad! que siempre hay alguien que trabaja mucho más y por mucho menos de por lo que lo hacemos nosotros.




Os deseos unos buenos paseos por las noches.

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