domingo, 19 de septiembre de 2010

El momento de Teresa.


Todas las mañanas Teresa se preparaba para ir a la escuela como de costumbre.
Su madre le componía el abrigo cariñosamente, mientras Teresa agarraba fuertemente sus libros.
Teresa era una pequeña jovencita con dos coletas color cobrizo, y una piel sonrosada que parecía iluminada por un sol propio que la envolvía.
Inteligente, curiosa y soñadora… Teresa era el tesoro de su madre.
Nada más terminar de arreglarse y tomar un último bocado… salía disparada hacia la escuela.
El camino a la escuela se extendía durante unos cientos de metros…Camino que cada niño de los alrededores recorrían a diario…
Cada día, Teresa, justo antes de divisar la escuela, se detenía como todos los demás niños debajo de un árbol…
Un árbol que daba unos frutos exquisitos… o al menos eso había escuchado ella…
Y digo esto, porque Teresa aun no llegaba a alcanzara las ramas con frutos.
Así que Teresa se limitaba a mirar pacientemente hacia arriba, en una especie de trance durante varios minutos, del cual solo la campana anunciando la hora de clase, la sacaba de su sopor.
Así día tras día, Teresa repetía el mismo ritual…
Llegaba, observaba y se mantenía inmóvil mientras los demás niños a su alrededor degustaban y hacían acopio de frutos…
Pronto llamo la atención de una joven, que le ofreció algunos… A lo que ella negó con la cabeza…
-¿Qué te ocurre? … ¿es que no los quieres?…
- no, contesto Teresa… y se marcho.
La joven asombrada, tardo unos pocos segundos en reaccionar…
-¡Espera! le grito…
- llevo viéndote cada día detenerte aquí y mirar el árbol… ¿debes desear sus frutos…? ¿Cuál es la razón para que me los rechaces?
Teresa sonrió a la joven y le dijo…
- Cada cosa tiene su tiempo, su momento y su lugar, no es que no los desee… es que solo deseo esperar a ser lo suficientemente grande para poder recogerlos yo misma…. ¡Entonces ese será el momento de saborearlos!
Y sonriendo caminó el poco trecho que aún le quedaba hasta la escuela y entro en ella como cada día.



Nota: Como cada cuento, muchos son inspirados en cosas que le ocurren o bien a mis amigos o bien a mi…
Este es para Marta con mucho cariño, por hacerme ver que no debo preocuparme o precipitarme por las cosas… cada cosa vendrá a su debido tiempo y en su justa medida … yo solo debo esperar pacientemente que ocurra y disfrutarlo …


¡¡¡ A todos nos llega el momento de ser feliz!!!


Un millón de besos Marta.

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