miércoles, 14 de febrero de 2018

La Montaña Rusa




Acabo de llegar a casa después de un intenso día de trabajo y prácticamente me tirado sobre la cama. Me pesa tanto las extremidades que tal cual he caído tal cual permanezco. Pienso, teniendo ambas manos en un ángulo imposible en moverlas… pero hasta pasado unos minutos no encuentro la fuerza para moverme y acurrucarme lo mas que pueda.

Me duelen las extremidades y cada articulación del cuerpo... durante el día me mirado varias veces las piernas, porque una inquietante picazón me las atormentaba junto a los glúteos. Pero nada, ninguna rojez o alergia visible descubrí. Tengo el estomago destrozado. Apenas he probado alimento desde hace dos días y solo me apeteció comer alguna chuchería y beber algo azucarado.
De ayer a hoy solo he perdido dos kilos de peso. Las idas y venidas del baño no ayudan tampoco mucho a recuperarme. La hemorroide de cada crisis regreso y el dolor del estomago se disipa tan lentamente que ahora por la noche caído ya rendido en la cama parece que mi cuerpo y mente va llegando a una especie de coma inducido, con el fin de los síntomas.
Un letargo mental me va invadiendo. Mi cuerpo esta tan relajado que sobre la almohada mis oídos escuchan perfectamente el vaivén de mi corazón.... fuerte y acelerado, que contrasta con la serenidad de mi cuerpo.

Es fácil dejarse llevar por el sonido de los latidos del corazón, corazón que parece querer dejar claro su brío. Me da impulso a pensar en el hoy y el ayer. Mientras, espero a que se suavicen los latidos...
Ayer ya sabía cuando sonó el despertador que tendría migrañas ese día, sin tener aun el dolor ya lo sabía.

Es duro de aceptar que simplemente solo te quede una opción y es la de esperar en casa el desenlace, da igual que cita, plan o evento tuvieras ese día, simplemente se anuló.
Con el tiempo no te queda más remedio que aceptar tu suerte y ya no es tanto el tremendo dolor y los síntomas lo que te entristece… sino la limitaciones sociales y familiares que debes aceptar. No es fácil de joven entenderlo y mucho menos pretender que los demás lo entiendan. Solo un migrañoso es capaz de entender a otro migrañoso. O alguien muy cercano que sea capaz de empatizar con él. Es todavía mas difícil llevar adelante una relación. Y algunos incluso desempañar algunos puesto de trabajo.

Pero nada de eso me preocupa ya… cuando empezaron a llegar mis sobrinos me atormentaba si ellos se sentirían mal conmigo, si llegado un momento, un cumpleaños o una salida a algún lado, yo no pudiera estar con ellos. Temía tontamente que pudiera pasarme lo mismo que con mis ex parejas… tenía miedo a que se alejaran de mí o simplemente los defraudara…
Pero no entendía en ese momento una cosa muy importante, y es que ellos me quieren con locura y esas otras personas no. Ahora en la cama me sale una sonrisa al pensar que ellos son los primeros en preguntar por mi si saben que estado malo.

Por eso cuando me siento así, cuando me levanto con ese dolor que no es dolor, si no lo que yo llamo nebulosa y que es simplemente el preludio de la migraña, cuando la boca te sabe a metal, y empiezas a salivar porque vas a empezar a vomitar compulsivamente cinco o seis veces… cuando los escalofríos y la palidez ya son el ultimo síntoma que precede al dolor… ese dolor intenso, penetrante, perforante que a veces solo el llanto parece aliviar levemente su fuerza. Cuando ya llegado este punto. Eres capaz de clavarte tus propias uñas sin darte cuenta en las cara, porque la mano es lo único sobre tus ojos que te dan paz. En ese momento hay que ser muy fuerte. Muy valiente para recordarte constantemente que hay que luchar y no desesperarse. Es cuando me tomo la pastilla. Lo único que puede aliviar ese infierno.

Una pastilla que te deja KO. Una pastilla que te libera del horror… pero sabe dios a qué precio futuro. Pero una pastilla que ayuda a liberar el dolor a un precio físico muy alto. Es como un pacto con el demonio. Así me siento al tomarla.

Nada más ha sido capaz a lo largo de mi vida de aliviar los síntomas, nada cura la migraña, nada la alivia, solo una pastilla que llegado el momento difícil. Debes elegir si tomarla o no.
A veces aguanto el dolor para evitar tomarla tan seguido… a veces la tomo dos días seguidos… cada semana se me repite el dilema… porque por desgracia cada semana me da una crisis… soportar este infierno cada semana y la recuperación es duro… te puede durar un día, no hacer efecto la pastilla y durarte tres… nunca se sabe que me depara la semana, pero gracias a mis sobrinos, mi familia y amigos la vida se me hace mucho menos cuesta arriba.


Por eso cada día de mi vida derrocho simpatía hacia los demás… porque siempre estoy contento de poder vivir.

La vida es como una montaña rusa… y a mí me ha tocado subirme cada semana en ella…

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