jueves, 29 de diciembre de 2011

El día que quise coger una estrella.


Tengo la costumbre de releer o al menos ojear una y otra vez los libros que durante años he ido comprando. La mayoría son de divulgación, llamo divulgación a libros donde aprendo historia, geografía, naturaleza y en fin…todo lo que me haga saber más de todo lo que me rodea.
Ayer estaba algo cansado y aburrido… y entrar en el baño sin un libro es un delito para mí. Aunque actualmente estoy leyendo un libro llamado “Dime quien soy”, su gran tamaño me hizo pensármelo dos veces. Y así decidí mirar en mi mini biblioteca algo más grato para este día. Tras ojear de pasada algunos volúmenes cogí uno de astronomía que me apasiona. Este en particular hace años que lo tengo y es una guía del cielo nocturno fantástica, habla sobre los orígenes del universo, nuestra galaxia más cercanas y como no, de nuestro sistema solar. Así que decidido ya voy por el camino viendo alguna que otra foto. “La gente se preguntara porque tengo la costumbre de leer en el wc, y la verdad es que no lo sé. Cuando se vive en una casa pequeña con cuatro hermanos, te das cuenta de que no hay lugar relajado para leer, y es el wc el único espacio de la casa que te permite disfrutar de este rato de soledad. Así que desde que era un niño con mis tebeos de Mortadelo y Filemón… la costumbre no me ha abandonado, y muchas veces solo entro por el vicio de leer”.
El libro es interesantísimo… tiene multitud de imágenes de galaxias, nebulosas extrañas, estrellas lejanas, y fichas de planetas con sus composición y datos de sus orbitas, lunas y mucho mas… explica de una manera sencilla tantas cosas que es muy amena su lectura y su visualización… es una manera bonita y sencilla de ver como es el mundo a nuestro alrededor.
Estaba tan metido en las imágenes, releyendo sus pies de fotos que sin darme cuenta llegue a un marca páginas que llevaba allí, pues posiblemente siete años.
Nada más verlo una avalancha de recuerdos azoto mi dichosa memoria, llenándola de recuerdos que no era capaz de controlar. Eran tantos, que aturrullado, acostado ya en la cama, intente dar orden y sentido a aquellos días… que de forma tan brusca había vuelto a recordar.
Y eso es lo que pretendo contaros hoy.
Por aquella época yo disfrutaba de una vida más ajetreada, vivir con alguien conlleva muchas más cargas domesticas y responsabilidades que cuando uno vive solo y a su antojo. Así que cada año sabiendo que tan solo tenía una semana de vacaciones, llegada las fechas, programaba de antemano lo que iba a hacer cada día de la semana.
Eso si no era tan bonito todo. Mi pareja también tenía gustos, así que ambos hacíamos cada uno una lista y luego llegábamos a un acuerdo común para hacer lo más posible, yo iría a los sitios que ella quisiera como un día de compras y yo por ejemplo elegiría un día de campo. En fin, durante años esto tan bobo nos funciono muy bien, y un año una de mis peticiones era quedarnos a dormir en la casa de campo que tienen mis padres y desde allí poder hacer uso de mis cartas celestes de constelaciones y ver cuántas estrellas era capaz de identificar.
Así ella acepto y un día no quedaríamos con mis padres a pasar la noche.
Yo recuerdo perfectamente los días previos… prepare todo a conciencia. Saque del cajón la brújula, importantísima para orientarme. “Brújula que aun conservo y que es un tesoro para mí. Es una de las cosas que desde niño uno sueña poseer y te llega de mayor no sin ello afectar a la magia que conlleva tenerla y observarla”.
Prepare el libro… se que fue en julio, porque la pagina marcada coincide con la carta celeste del cielo de dicho mes.
Observe detenidamente durante muchas horas las posiciones de las constelaciones, e intente grabármelas en la mente para así facilitar luego la búsqueda. Y un día allí estábamos ella y yo en casa de mis padres un día cualquiera del mes de julio.
No recuerdo muy bien que hicimos, pero si se que cenamos juntos y temprano. En el campo ya a las once de la noche incluso en verano parece que es bastante de noche. Debido a la poca luz, a que no hay calles ni coches, la contaminación lumínica es mucho menor que en la ciudad. Todo parecía prever una noche fantástica.
Nada más salir. Lo primero que note es que el viento que soplaba tan agradable de día,,, llegada la noche y la oscuridad se convirtió en un compañero algo indeseable y fresco. Ya eso hizo que mi pareja pusiera las primeras pegas. Pero eso no me afecto. Intentaba que tuviera un poco de paciencia, el fin de todo era compartir aquello juntos. Solo yo podía hacerlo, pero yo quería que ella compartiera mi pasión al menos unas horas.
Ya sabía de antemano donde estaba el norte y donde estaba el sur, lo había visto en cuanto llegue. Lo que no sabía es que muchas de las estrellas están en un plano bajo y medio sobre el horizonte… y justo donde debía mirar, tenía una valla alta de adoquines y una loma bastante elevada detrás. Pensé que también era mala suerte, hubiese sido más fácil empezar a localizar las del horizonte.
Pero mucho peor fue la extrema oscuridad, no me dejaba ver con detalle nada del libro. Aun así convencido fui por un linterna…no podía imaginar que al iluminar un papel tan brillante y de tanta calidad se reflejaba como un espejo la luz y no se viese nada. Un libro con fotografías a todo color y de tanta calidad que esperaba.
Por más que miraba hacia arriba, con la linterna de lado iluminando tenuemente el papel, con un viento y un frio complicándonos el momento… yo no llegaba a ver apenas una docena de minúsculas estrellas.
Estaban tan repartidas y apagadas que ni siquiera era capaz de ver el carro en tan dichosa noche. Poco podía hacer ya… Ella no abrió la boca ni una vez más en todo el rato que siguió, supongo que a medias se lamentaba por mí… a la misma vez que se alegra de ver que se acababa. Un último intento fue irme a la parte posterior orientada al sur. Allí lo cosa estaba más difícil… los arboles del huerto me impedían la visión totalmente… solo mirando hacia arriba se veía el cielo… pero nada, las grandes y luminosas están hacia el horizonte. Ni la escalera alta hizo que viese un poco más allá de lo que tenía delante mismo.
Sé que entre en la casa un poco abatido… un poco de mala suerte unido a la inexperiencia habían hecho que todo se hubiese quedado en un vergonzoso fracaso. Ni mis padres me dijeron nada ni mi pareja… pero si hice varias bromas sobre la mala suerte para que no se sintieran mal. Al fin y al cabo es y era una tontería.
Un sueño más de los muchos que tenemos. Lo bonito de todo es que aun nos maravillemos con cosas que para otros son bobadas.

“Lo que hace a uno diferente, es lo que los demás no llegan a hacer…”


Feliz fin de año. Suerte a todos.

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