jueves, 22 de abril de 2010

La cajita.


Como cada día al despertar la pequeña princesa corría a la torre más alta. Cada peldaño que subía la acercaba mas a la libertad que tanto ansiaba. Pero mientras esa libertad llegaba, se conformaba con ver el bullicioso despertar de la ciudad.

Desde allí observaba cada carreta que se acercaba al castillo y conjeturaba hipótesis sobre las mercancías que ellas trasportaban, o los motivos que las atraía al castillo. Observaba atenta como los niños correteaban de allí para acá felices, persiguiendo perros o simplemente peleándose entre ellos. La pequeña princesa anhelaba abandonar esos muros y recorrer el mercado, inundado de mercaderes y exóticas baratijas, de artistas callejeros y trovadores, de vendedores de objetos mágicos y de animales increíblemente raros, de exóticas especias traídas desde el mismo corazón de oriente y un sinfín de cosas maravillosas por descubrir…un mundo en fin, maravilloso y desconocido para ella.

Aunque su vida en el castillo era fácil y relajada, ser la princesa la limitaba en exceso, su imposibilidad de abandonar el castillo hizo que se entregara a una de sus mayores aficiones la lectura. Eso la hacía volar a lugares maravillosos e exóticos, vivir miles de aventuras que se le antojaban hermosas, y disfrutar de amores imposibles en cientos de relatos románticos. Lo cual, provocaba que la pequeña princesa cada vez más se fuese haciendo una visión falsa de cómo era el mundo real.
Cuando la princesa por fin cumplió la mayoría de edad, su padre el rey, celebro la mayor fiesta que se hubiese conocido o celebrado jamás, miles de personas acudieron al evento. Todo el reino y parte de los demás acudieron a entregar un presente a la princesa, y en consecuencia agradar a su rey.

Cada cual, obsequio a la princesa con el objeto de más valor del que disponía. El carpintero trajo su mejor talla, el orfebre trajo su mejor joya, la tejedora su mejor alfombra, el panadero su mejor pan, y así uno a uno, cada pequeño ganadero, comerciante, agricultor, artista, tendero, trovador y un sinfín de personajes más pasaron ante la princesa.

Pero nada de lo recibido agrado a la princesa, y fue tal la tristeza que el rey vio en los ojos de su querida hija, que le pregunto a su hija:

- ¿Nada entre estos miles de regalo te ha agradado hija?

A lo que lo princesa le respondió:


-¡Padre!, todos estos objetos materiales, para mí no son importantes, yo anhelo conocer cómo viven los demás, saber que se siente al pasear por un mercado abarrotado de gente, quiero sentirme libre al menos una vez en la vida.

Para nada el rey, estaba conforme con la idea de su hija. El conocía como era la vida fuera de palacio… Pero como a cualquier padre, le partía el corazón ver a su hija anhelar tanto con tanta fuerza. Y acepto la petición de su hija, eso sí, con la condición de que se le permitiría solo por un día abandonar el castillo, e iría acompañada de dos soldado y su dama de compañía, aunque tuviesen que ir de incógnito.

Y por fin al día siguiente la princesa disfrazada de joven artesana, se encamino hacia el mercado. Sus ojos brillaban de emoción. El mercado acababa de despertar y la gente empezaba a comerciar con sus objetos. La princesa nada más llegar presencio como los alguaciles agarraban a un ladrón, y allí mismo fue ajusticiado. Por ser solo un niño, solo le dieron 20 latigazos. El joven cayo inerte al suelo, justo con el último latigazo. La princesa asustada se acerco al muchacho, los alguaciles que no la habían reconocido, la apartaron de un empujón y ella cayo de despalda al suelo embarrado. Cuando pregunto cuál había sido el delito, le contestaron que robar unas migajas de pan.
La princesa no entendía como se castigaba a alguien por cosa tan insignificante. Al acercarse a un puesto lleno de bellos objetos de plata y bronce, su dueño la aparto de un golpe y le increpo palabras que desconocía, solo llego a entender… “que si no tenía dinero se apartase cría apestosa…” La princesa corrió por una calle sollozante y se topo con varios mendigos que la acosaron pidiéndoles una limosna. Vio en su cara el horror y desesperación del hambre. Aturdida se refugió en una casa, al entrar el olor le provoco arcadas… se quedo horrorizada ante la imagen de personas mutiladas, heridas y sangrantes, los alaridos eran terribles… Su dama la recogió entre sus brazos y la acerco afuera ya protegida de los mendigos y del horror. Con lagrimas entre sus ojos pregunto que le había pasado a esas personas… su dama le conto como los soldados heridos y enfermos eran traídos aquí para sanarlos o morir, cuando caían heridos en la batalla.

Ella no entendía cómo era posible, que no conociera el horror de la guerra, ni el hambre, ni la enfermedad, durante horas recorrió acompañada de su dama no solo el mercado, sino la ciudad entera. Vio tanto mal, tanto horror, tanta injusticia, tanta miseria, tanta hambre que la vuelta al palacio se convirtió mas en un alivio… y no en un suplicio como ella temía.

Durante los siguientes días la princesa no salió de su alcoba, permaneció en ella llorando durante mucho tiempo…
El rey que ya había temido esta reacción visito a su hija y le obsequio con un regalo.
La princesa vio la cajita y le pregunto a su padre:

-¿Por que padre me traes este obsequio?

El rey le respondió:

-Aunque sea rey, no puedo cambiar la condición humana, el mundo es así y así será siempre. Podemos intentar cambiarlo o mejorarlo… pero el mal resurge en otro lugar siempre… abre esta caja siempre que estés triste y te protegerá de los horrores del mundo.

Y así fue como la princesa abrió la cajita por primera vez… y de ella una pequeña figurita surgió acompañada de una bonita música… Era la primera cajita de música de la historia.


FIN




Nota: Las cajas de música, siempre nos han atraído misteriosamente, todos nos hemos quedado embobados escuchando su música y viendo la muñequita bailar… durante largo rato sin saber que misterio lo provoca...

Yo no digo que esta historia sea real… solo digo que podría serlo…

-Esta historia está dedicada a mi amiga Tere por su afición a la lectura y a soñar, y ¡como no! porque es una de mis mejores lectoras, gracias por el apoyo-

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