jueves, 8 de abril de 2010

El amigo que ya no esta.


Cuando salí de la consulta, solo me limite a caminar hacia mi coche. El coche estaba aparcado muy cerca, y dentro de el, me esperaba impaciente Inma, mi pareja en aquel tiempo. Como de costumbre me senté y simplemente conduje hacia una cafetería cercana, donde tomábamos café. Durante el trayecto de varios minutos, ninguno de los dos hablábamos, simplemente me limitaba a pensar en lo que había dicho en la consulta.
Yo en ese momento no entendía o no comprendía porque no hablábamos en la consulta, de lo que yo quería. Mi psicólogo se limitaba a charlar de cosas que me se antojaban tonterías o estupideces... cosas que para nada tenían sentido para mi...que si el tiempo que hace hoy, que si me gustaba más la fotografía o la pintura, que como iban el trabajo, que si se vendía mas o menos, etc. Cosas que al principio tache de estupideces.
Acostumbrado a ver películas americanas donde un tipo sentado, escuchaba atentamente a su paciente tumbado en un diván... y los cuales establecían un vínculo personal de años, me aterraba al principio.
Pronto descubrí que para nada eso es real. En la primera sesión, simplemente aprendí a realizar unos ejercicios de respiración y a redactar un diario que entregaría cada semana. En el anotaría todo lo que me ocurriese diariamente. Ese día también descubrí que la habitación donde daríamos las sesiones era pequeña, una habitación adaptada en un piso unifamiliar de dos plantas, y donde solo se veían libros, ningún espacio libre dejaba ver de qué color era la pared. Y el espacio restante lo ocupaban dos sillones y una mesa entre ambos.

A la quinta sesión, entendí que nunca hablaríamos de lo que me había traído aquí. Nunca hablaríamos del suicidio de uno de mis mejores amigos, ni de los problemas y tristeza que eso provoco en mi, ni de la vergüenza que sufría antes mi pareja por tener que acudir a un psicólogo, ni de que perdiera la ilusión por muchas cosa....

Simplemente hablaríamos de mí, y solo de mí.

Mi psicólogo, era un hombre muy peculiar. Psicólogo de la Junta,alternaba su trabajo con sus consultas privadas en las tardes. Estaba especializado en integración social de chicos jóvenes con problemas. Extremadamente amable y risueño, infundía siempre tranquilidad y confianza, con cierto grado de minusvalía en las piernas, infundaba fuerza a quien lo viese, un hombre tan limitado y que había llegado a tan alto nivel de satisfacción personal como profesional. Posiblemente llegue a saber yo mas de el... que el de mi. A la séptima sesión, literalmente me despidió de su consulta. Recuerdo la ultima sesión muy bien. Casi protestaba porque me parecía que había pagado los 70 euros por sesión para nada, no hable nunca de nada, ni me mandaron ningún tratamiento, ni nada de nada... estaba frustrado. ¿Eso era todo?, ¿ya está? vengo aquí varias veces, te entrego un detallado diario, de mi vida intima y no hablamos de él, no hablo de mi amigo, no hablamos de nada... me sentía timado y estafado, pensaba que se burlaba de mi.El me dijo que no había nada que tratar, lo que me ocurría era lo más normal del mundo...un cuadro de ansiedad debido a la perdida traumática de un ser querido y acentuado por el estrés laboral, y sentimental.
¿Y que debía hacer?...
Me mostro mis diarios:
En cada uno marcado por mí y a petición suya, estaban subrayados de color amarillo, todo aquello, que era positivo en mi vida diaria... y marcado de rojo todo aquello que era negativo...
Cuando realmente lo pensé... no tenía motivos para estar triste... por cada cosa mala, tenia veinte positivas ... era feliz, pero simplemente no lo sabia... recordar era inevitable... y para nada, yo era el culpable... no debía castigarme por algo que ni era culpa mía, ni por algo que escapaba a mi control...
Así que simplemente me limite a creérmelo.

Durante estos diez años que sufro su perdida, no he dejado de acordarme de él, el eligió ese final, movido por sabe dios que motivos, pero al fin y al cabo, el lo eligió...

Yo me limito a recordar a mi amigo tal cual lo conocí, ese amigo con el que empecé junto a otros tantos buenos amigos mas, quince años antes, a salir y a disfrutar de la vida. Con ellos empecé a disfrutar de nuestra juventud, nuestros primeros conciertos, nuestras primeras acampadas, las primeras novias, las borracheras, los partidos de futbol cada domingo, los cines y todo lo que uno hace y disfruta con sus amigos de siempre durante quince años cada fin de semana. Cosas que no se pueden olvidar por mucho tiempo que pase...




Para Serafín...
Solo el olvido, es el final de una vida...
Y no la muerte...
Mientras un ser querido te recuerde...
Tú no desaparecerás...

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