viernes, 26 de febrero de 2010

El puente de madera.


Hoy ha sido un día bueno. Los días tan malos que azotan Andalucía, han dado una tregua. Una tregua que no es solo, sino la antesala de lo que los científicos acaban de llamar "ciclogénesis explosiva", o lo que es lo mismo "la tormenta perfecta". Yo no había escuchado esto en mi vida, pero vamos, me he apresurado a hacer lo poco que tenia, que hacer.
Hoy es mi último día de vacaciones, y es viernes, así que me apresure a ir al banco a gestionar el cambio de mi tarjeta. He ido para nada, después de soportar una cola de casi treinta y cinco minutos, la chica de la mesa me comunica, que mi tarjeta no está disponible. Al parecer he tardado demasiado, en acudir y la han destruido. Con una sonrisa, ya que nada mas podía hacer, le he dado las gracias a la muchacha, y le pedido que me vuelva a llamar cuando la tengan preparada de nuevo.
Al salir del banco, la calle peatonal está abarrotada de personas, esta calle es la arteria principal de mi pueblo, hoy no hay clases, y la calle está llena de mujeres haciendo las compras diarias, acompañadas de sus hijos.
El alboroto debo admitir que me marea y me pone nervioso, circulo esquivando cochecitos, niños, y señoras con sus carros. Que seguro la mayoría van vacios. Pero que a tantas señoras les gusta llevar.
Giro a la derecha para buscar su paralela. Esta, aunque con tráfico rodado, es mucho más rápida y tranquila.
Hace años que se restauro una iglesia de esta calle. Es tanta la curiosidad de ver como terminó, que decido entrar. Esta vacía, una señora sentada en una mesa, a la cual conozco, me sonríe y me pregunta que hago allí. Con una sonrisa le digo que la curiosidad me ha hecho entrar, ella se ríe, pues pensaba que venía por la muestra de fotografías antiguas que se exponen. El caso es que una vez dentro lo primero que admiro es el interior de la cúpula. El silencio es increíble, ha sido entrar y el bullicio de la calle, se ha convertido en un silencio maravilloso. Las fotografías son de principios del siglo XX. Son de una calidad excepcional. Las que más me llama la atención, es el puerto de la ciudad de Almería, yo lo visite hace años, y en la foto la ciudad es un poblado con poco más de cien casitas. De la iglesia, su estructura está totalmente renovada, todo lo religiosos se ha sustituido por unos murales de pésimo gusto. Pues los dibujos son demasiados toscos, no sé, si así se dice de manera fina, que son una puta mierda.
Una vez en casa y ya por la tarde, recuerdo el escrito de "La llamada", que escribí hace poco, terminaba diciendo que no volví a ese lugar. Así que me animo y decido ir.
Al llegar nada mas aparcar el coche, saco la cámara. Se ve todo tan bonito, que empiezo rápidamente a hacer fotos a todo lo que me gusta.
Estoy nervioso, voy a ver mi árbol. Ese árbol al que tanta gente le hable. Son solo unos veinticinco metros, los que nos separan. Lo recuerdo muy bien. El puente de madera que nos separa, salva un caño no natural, horadado por el hombre, para defender la zona del avance Napoleónico. Este sitio tiene una historia crucial, para los españoles. Cientos de gaditanos y puertorealeños defendieron este último bastión, dando su vida, en un intento de que Cádiz no cayese. Y lo consiguieron. Lo que aquí se vivió, es muy intenso para mí.
Me paro en el centro del puente, a un lado tropas Napoleónicas, al otro los españoles. No me hace falta cerrar los ojos para soñar con el fragor de la batalla, he leído varios libros sobre esto y los recuerdos de los hechos se me vienen solos. Es triste para mí que muy pocas personas conozcan nuestra historia.
Pero no puedo intentar esconder lo que realmente siento, así que respiro hondo... huelo el aroma del mar, la tierra mojada, los arbustos de los márgenes, que desprenden un intenso olor, que se huele a cientos de metros, palpo la madera del puente, la toco una y otra vez. Escucho el agua,, y un ave que no conozco. El día está nublado, para nada se asemeja a los recuerdos que tengo, de los días en los que era feliz, o creía serlo. Pase tantas veces por aquí y no me supe impregnar de todo esto, que ahora noto como muy dentro de mí, que es como la primera vez que veía el mar, la primera vez que notaba su olor, la primera vez que notaba la brisa fresca, la primera vez que notaba la áspera madera del puente...
Un chico en bicicleta me saca del letargo, y termino de cruzar el puente. La otra orilla está invadida de vegetación. Cojo un pequeño sendero y veo mi árbol. Lo toco y le hago algunas fotos. A diez metros una joven pareja, llama a su perro, que no para de husmearme la pierna, jajaja les digo que no pasa nada, y siguen a sus cosas.
El árbol esta igual que siempre, pero la marca del alambre a desaparecido. Me alegra y me sorprende, ¿será cierto que el árbol se recupero totalmente? Miro alrededor, ¡extrañado! por si equivoque el árbol, pero es imposible.

Toco de nuevo la corteza, ¿notara que lo toco?
¡Creo que sí!
Es hora de volver...



Nota: De vuelta a casa, sonrío. Me siento como el árbol, totalmente recuperado de las heridas del pasado. Al menos físicamente jajaja
La foto esta tomada por mi.

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