miércoles, 24 de febrero de 2010

El guardián de la nuez. ( II parte)






Como todos los años, la recolección de las nueces era el acontecimiento más importante de la comunidad. Todos los habitantes del pueblo participaban.
La recolección se llevaba a cabo a finales del otoño y significaba la llegada del duro invierno. Aunque todos trabajaban, la cosecha se repartía de manera excesivamente injusta. La mitad era para el rey y su corte, un diez por ciento se repartía el párroco y el alguacil, otro diez para el convento y los enfermos, y el resto se repartía entre los aldeanos. Este último reparto también era demasiado injusto.
Nuestro joven aprendiz, trabajo muy duramente todo el día. Muchos chicos lo hacían, además de ser una obligación, para los jóvenes suponía mas una distracción, pues jugueteaban, se reían y se hacían gracias para impresionar a las muchachas. Al caer la noche, todos los jóvenes que eran los últimos en el reparto esperaban impaciente la parte que les correspondía por derecho. Y después de largo rato, a los últimos incluyendo a nuestro pequeño joven, solo les toco recibir, ¡ una solitaria nuez !

Los jóvenes, algunos malhumorados rehusaron la nuez, otros simplemente se marcharon cabizbajo, y otros como nuestro joven, corrió a casa con la satisfacción de saber que ya era uno más, en el complejo engranaje del poblado.
Durante el camino a casa, nuestro joven dudo que hacer con la nuez.
¿La abriría y se la comería de inmediato?, ¿la guardaría?, o por el contrario,¿se la daría a mama, para aumentar la cantidad del hogar ?...

Estuvo todo el camino de vuelta a casa dudando que haría.
Al llegar a casa se le quito las dudas, la cesta con tan solo veinte nueces, significaba que el invierno seria este año muy duro.
Su madre con el amor que solo una madre sabe dar, rodeo a su hijo entre sus brazos y le dijo que no hacía falta que diera su nuez. Esa nuez era suya, la gano con su esfuerzo y trabajo, y solo él tenía derecho a disfrutarla...
El joven contento subió a su alcoba, y riendo rodeo con sus manos la nuez y se dispuso a abrirla.
No lo consiguió.
¡Extrañado! golpeo la dura nuez contra el suelo, pero tampoco se abrió. Entre sorprendido y enfadado, cogió un gran martillo, y la golpeo... pero la nuez seguía sin abrirse.
Corrió al granero y la lanzo desde lo más alto que pudo, la nuez no se abría.
¿Qué ocurría?

Solo se le ocurrió consultar a su padre.

- ! padre!, ¿cómo es posible que mi nuez no se abra?

El padre que ignoraba el motivo, contó a su hijo lo primero que se le ocurrió.

- ¡hijo! la nuez debe de ser mágica, se abrirá solo cuando te ganes el derecho a abrirla y te recompensara con algún bien...

El joven sorprendido, comprendió que tenía algo maravilloso entre sus manos y volvió corriendo a su habitación. Mientras el padre apesumbrado, lamentaba si había echo bien en mentir a su hijo.

El joven cogió una bonita cajita, y acomodo entre algodones a la nuez. Cada día al despertar le daba los buenos día y la mostraba al sol matinal. Cada noche la tapaba y la acurrucaba a la luz de la luna, mientras le contaba las mil y una aventuras que vivía, cuido de la nuez no se sabe cuanto tiempo...tampoco se sabe si alguna vez consiguió abrirla...


Hoy tenemos la oportunidad de soñar como termina este bello cuento.




Nota: dedicado a todos los que leerán este cuento y soñaran con él.

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