domingo, 31 de enero de 2010

La llamada.




Como cada domingo, mi lento despertar, era asuzado por la necesidad que tenia mi pareja, de bajar a desayunar. Como cada día, bajaba con la miles de preguntas que me hacia para entender, porque tenia que padecer ese suplicio. Que llevaba rumbo de convertirse en una cruel rutina. Aunque yo sabia que salir a pasear cada domingo era sanisimo, lo que no me gustaba, era lo poco que podía dormir.
Mi desayuno, café con leche y una tostada con mantequilla blanca, le hacia a la camarera la vida mas fácil, pues ya ni me preguntaba. El bar esta situado junto a la desembocadura de un rió. Sobre la margen donde la fuerza del agua obligo a construir una escollera para proteger el paseo marítimo de mi urbanizacion. Nos separan solo tres metros del agua. La mesa donde siempre nos sentamos, tiene justo al frente una ventana que da al rió, y deja ver los barcos. Se si sube la marea o baja, por la dirección que adoptan los barcos, si están mirando a la izquierda, la marea esta bajando y si están al contrario lo inverso.
Justo nada mas terminar, recorremos el paseo marítimo, dirección rió arriba, son solo un kilómetro, pero ya los pies se me van calentando...
En cuanto los edificios desaparecen, vemos las arboledas de pinos inmensas, que forman el parque natural de La Algaida. Cuando hemos dejado atrás las Universidades, que están sumidas en este parque, empezamos un recorrido de casi tres kilómetros. Esta parte es una maravilla, ya se me a pasado el cabreo inicial, la naturaleza me apasiona.
No se como lo vi, o si me llamo el... pero un día observe de lejos una cosa, que me extraño. A lo lejos un majestuoso tronco de pino, presentaba una imperfección. Al acercarme, observe horrorizado que alguien hacia años, había atado un alambre alrededor del tronco. El árbol en su crecimiento estaba enguyendo el alambre, produciendole un daño demasiado cruel. Por mas que lo intente no fui capaz ese día de liberar al árbol, y volví a casa muy apenado.
Al domingo siguiente fui yo el primero en levantarse, me apresure en prepararme y recogí los alicates de corte, que tenia ya preparado desde hace días en la mesa de la entradita. Cuando llegue exhausto, pues jajaja tengo que admitir que estaba deseando, alargue la mano y zas, el alicates corto el alambre y este salto, luego lo agarre y lo retire, ya que parte, estaba ya hundida en la corteza.
Después de esto y para hacer mas amenos los recorridos, empecé a darle vueltas a la cabeza, como hay partes repobladas con pinos que no levantas un metro del suelo, y como existen aun muchos claros sin arboledad. Empecé a buscar piñas caídas y extraerles las semillas,los famosos piñones. Tengo que admitir que esto nunca lo he contado. Cuando conseguía algunos, y con la ayuda de un palito, iba enterrando todas y cada una de dichas semillas. Por supuesto este echo, no se ¿por que?, lo hacia, cuando nadie paseaba cerca. Mi pareja tengo que admitir que se cabreaba cada vez que paraba la marcha, para sembrar algún piñón. El camino esta echo de tierra muy comprimida y un poco elevado, para facilitar la marcha en invierno. Con lo que punzaba el palo justo a varios metros del camino. Cada día que paseaba, observaba el lugar donde creía recordar que plante uno. Debo admitir que nunca llegue a observar uno, no se si el retoño de pino, era una delicia para los habituales conejos, que no dejarían pasar la oportunidad, lo cierto es que algo debía de ocurrir. Después de este intento al año siguiente, se me ocurrió la idea, de recoger los piñones y llevarlos a casa. Cada día quería comerme una gelatina, era el envase ideal para sembrar muchas semillas en poco espacio, acomode la primera vez, dos piñones en cada envase , aproximadamente unas diez, y ¡sorpresa !, no podía creerlo al poco tiempo, muy poco, observe una cosa que aun hoy me emociona. Vi como la tierra levantada dejaba observar unas espigas verdes, y la cascara del piñón. Este echo documentado fotográficamente durante días, fue mi único pasatiempo. Cometí el error de no seguir plantando, ignoraba aun que la planta adquiere un tamaño adecuado unos 20 centímetros al cabo de dos años. Claro esta que no lo sabia. La primera plantación, no espere nada, nada mas a dos meses de la floración, los sembré. Me da vergüenza admitir que lo hacia a escondida, no quería que me tildasen de loco. Los plantones no duraron al domingo siguiente. Este echo me fastidio mucho. Volví a sembrar una segunda remesa. Estos si los deje mas de un año, la planta débil del inicio, se convertía en una vara muy dura y aspera al cabo de un año.
De los 8 que mantuve ese tiempo, solo me dio tiempo de sembrar 6.
Un día a mi pareja se le acabo el amor y este echo obligo a abadonar no solo mi casa, sino los paseos, y muchos sueños en los que estaba embarcados. Dos plantones me acompañaron, plantones que regale a mi hermano, y que debí sembrar, pues se que no sobrevivieron.

Aun recuerdo estos hechos como si fuesen ayer, y hace ya tres años. No he vuelto a ir a ver, si algún retoño sobrevivio..... Pero lo que si se, es que ese día, ese árbol me eligió a mi, de alguna manera me llamo para que lo liberara, lo hice y estoy muy feliz de haber tenido esa suerte.




Nota: nadie dijo que no se pudiese escribir sobre una persona normal, jejeje, a veces las cosas que hacemos y vivimos también son dignas de perdurar en la historia. No hay que ser famoso, ni un genio, ni un rey para que uno pueda divertirse.
Foto tomada por Antonio.D.V.

1 comentario:

  1. todo lo que no se cuida se muere al cavo del tiempo pero es envidiable ver esos parajes maravillosos de todo se aprende en esta vida lo malo y lo bueno...

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