lunes, 25 de octubre de 2010

La Encina.


El árbol al que siempre iba a visitar, era una hermosa y grande encina, que crecía en una bonita plaza de mi pueblo… durante años el árbol dio sombra y cobijo a los que quisieron admirar su esplendido porte. La encina es un árbol fantástico, de gruesas hojas verdes, que adquiere un tamaño fantástico… todos los años daba un fruto hermosísimo, la bellota.
La bellota ese fruto tan curioso y que apasiona a tantos animales, me encanta porque es el fruto de la naturaleza con titulo mobiliario… pues porque si no tendría esa curiosa corona…
Cada día que podía, cada domingo. Me encanta sentarme bajo sus ramas a disfrutar de su fresca sombra mientras leía una y otra vez, viejos libros que me daban…
Me llevaba tanto tiempo allí, que iba moviéndome a la vez que la sombra se iba trasladando por el movimiento del sol… no me daba cuenta día tras día que el viejo árbol se hacía mayor como yo…
Y un día llegue y vi que apenas le quedaban ya hojas… pregunte a varios observantes que se habían reunido alrededor del árbol… y la respuesta fue que la encina había muerto…
Yo no podía creer como un árbol que tenía tanta fuerza y vigor de momento se muriese… no había avisado, no había dado señales de debilitamiento… simplemente se había ido y ¡estaba enfadado!
- ¡no pude despedirme de mi árbol preferido!-
Me senté como de costumbre bajo sus ramas y con la cabeza gacha, llore durante horas, no sé si estuve una o dos horas… ¡pero llore!… y llore porque aquel árbol era ya algo mío… como una parte de mi a la cual acaba de perder. Y hubiese estado allí mucho mas rato si algo no me hubiese golpeado la cabeza…
¡Una bellota!, una única y solitaria bellota quedaba aun en las ramas, y justo acababa de caerme encima… ¡no podía creerlo!
Llevábamos años recogiendo sus frutos y nadie había pensado guardar alguna, nadie había previsto esto y nadie había sembrado ejemplares jóvenes para sustituir a la vieja encina…
Y ahora yo tenía ese privilegio… guarde la bellota en mi bolsillo y corrí veloz a mi casa, y sembré la bellota.
En la plaza pronto sembraron otro árbol adulto… un árbol que ocupo el sitio de mi querido árbol… pero al cual yo ahora aceptaría como una etapa nueva de mi vida, un nuevo árbol al que conocer y del cual disfrutar…
Y lo disfrutare a la vez que disfruto de la joven encina que nació de la pequeña bellota… en la cual sé que renació la vieja encina en cuerpo de joven plantón, y que sembré en un lugar bonito…
Solo tuve la suerte de ver y observar como un bello ser, se regeneraba en otro ser nuevo al final de una de sus vidas.


Con mucho cariño para una chica muy especial.

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