martes, 29 de junio de 2010

La jaula.



Hace años me ocurrió una cosa que acabo de recordar gracias a una amiga.
Esta historia es tan curiosa y bonita, como real…


Durante años conviví con un bello pájaro…
Un ave de porte magnifico… que desprendía elegancia…

Sus plumas exóticas que al principio eran de unos tonos brillantes como el sol… y que refulgían como el fuego al ser alcanzada por la luz del mediodía… se fueron tornando ocres y oscuras…

El canto que al principio era un trinar maravilloso, envidia de compositores y músicos… se convirtió en un silencio apático…

Y el movimiento elegante y saltarín…se convirtió en una quietud sepulcral…

En resumen, el pájaro que me vendieron como el ave más bella de este mundo conocido, ahora no era más que un simple gorrión…

Al principio enojado, pensé en devolverlo…

Le hable varias veces… en un intento inútil de escuchar una respuesta…
Opte, por cambiar la jaula… compre la mejor de doble altura y barrotes dorados…
Cada día lo alimentaba con las mejores semillas que podía conseguir…
Acomodaba un pequeño nido, bien mullido cada noche, y un sinfín de atenciones…

Lo último que pensé era en escuchar bellas melodías en su compañía…

Pero nada de ello resulto. Y el pájaro cada vez más triste y debilitado, parecía que se moriría en breve…

Entonces opte, por la única solución…que se me antojo posible…
¡La libertad!

Y así fue como le abrí la jaula a aquel pajarillo triste para que huyese…

El pájaro aunque no lo creáis, no solo no se fue…
Sino que recupero su esplendor y me acompañó durante muchos… muchos años más…



Supongo, que simplemente necesitaba que le recordaran o sintiese que él, ¡Era libre!







Para Tere con muchísimo cariño, para que se anime. Muchos hemos nacido para ser presos de la sociedad, del trabajo, o de los miedos… solo debemos aprender a ver la puerta de nuestra jaula siempre abierta.

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