domingo, 8 de abril de 2012

La niña de los calcetines bonitos.





Cuando dos desconocidos, dos amigos que están separados cientos de kilómetros deciden conocerse en persona, después de ser amigos virtuales durante meses… ¿suele?, e imagino y digo suele, ¡pues es mi primera vez! ser inquietante a la vez que interesante.

Aun no sé como un día me dijo que se venía a verme a Cádiz y que si quería pasar unos días con ella en Semana Santa aquí en mi tierra. Debo admitir que me cogió tan de sorpresa que por unos instantes dude silenciosamente que contestar, ¿pero que tenía que perder?, hace meses que la conozco y he sido yo quien se ha ido colando en su vida poco a poco.

¿Cómo se puede colar uno en la vida de otro? Imagino que simplemente con suerte y con interés. Eso, y como no el azar por supuesto. Me hace gracia decir que desde que vi la carita esa pequeña que sale en la pantalla de Facebook. Algo me dijo, o me empujo a que invitara a esa persona a ser mi amiga. Esta vida es complicada y no creáis que ganarse la amistad y mucho menos el respeto de alguien es fácil. Pero imagino que yo con ella tuve la suerte de convertirme en un contacto ameno, ¡digámoslo así!, pues no soy yo quien puede ni deba decir que adjetivo me identifica mejor. El caso es que nos hicimos amigos y ambos hemos compartidos buenos ratos de conversación.

El caso es que planeamos el viaje y la estancia, y dejamos correr los días.

Al día siguiente de decirle que si, no sabía ni siquiera donde me había metido, ni donde podría llegar a meterme… ¿Me preguntaba mil cosas?… me surgieron tantas dudas como miedos, si algo me caracteriza no es precisamente mi arranque…. pero si algo nos caracteriza a los dos… es que desde el principio nos hemos dichos y contado las cosas muy claras, y teniendo bien claro las cosas, mi única preocupación era ya la de planear unas rutas interesantes. Y hacerlas de una manera sencilla, para que se pudiese hacer rápidamente una idea de lo que es Cádiz y sus alrededores, y en definitiva que se lo pasara lo mejor posible.

No voy a describir cada lugar que visitamos, pues son demasiados y podéis imaginaros los que sepáis o conozcáis Cádiz, que pudimos ver y que vimos… sus murallas, sus baluartes, sus alamedas, sus calles, su catedral, su gente y ¡cómo no!, sus playas… mucha cosas que ver, y tan poco tiempo.

Lo que sí quiero contaros es como me sentido… antes, durante y después de su visita.
El día que llego, se coló de sorpresa donde trabajo sin avisarme, nada más entrar en la tienda la vi y siempre recordare esa primera vez, cuando vi su cara en persona por primera vez, su pelo y su sonrisa es lo que más me gusta de ella… inmediatamente deje de atender a los clientes y los deje con mi compañero y salí a darle dos besos, ¡no podía creerlo!, estaba aquí, frente a mí, sonreía feliz, nervioso… quería abrazarla, quería sentir que era verdad que estaba allí frente a mi…. Pero me limite a alargar mi mano sobre su brazo a fin de tocarla con un suave roce. ¡Sí! era real estaba allí y desprendía alegría a borbotones.

¿Qué me paso? ¿Qué era eso que tan feliz me hacia e ilusiona por igual? No podía explicarlo, pero estaba inmensamente feliz, su sonrisa, sus gestos, su naturalidad… era una chica preciosa y natural. ¡Su voz!, me preocupaba que no me entendiese, los andaluces hablamos muy rápido y de una manera un poco deje, ¿le pregunte si estaba bien? ¿Si me entendía perfectamente? Su voz a mi me pareció melosa y preciosa. Apenas pudimos hablar más esos primeros minutos en los cuales nos conocimos…
En los días siguientes, en tan solo dos días descubrí una mujer maravillosa, con unas virtudes extraordinarias que ni ella sabe que tiene, me alegraba cada minuto que pasaba con ella,, me reí mucho con ella, generosa, bondadosa, educada, amable, inteligente, caprichosa, infantil, geniosa, divertida, espontanea, sencilla y sincera!! Muy sincera… cada situación era un reto, si no bromeaba yo con algo, era ella la que me hacia reír con algunas de sus cosas.
Creo que nunca un día se me había echo de tan pocas horas…. como estos, qué tenido la suerte de compartir con ella.

¡Paciente! es la mejor de sus virtudes, pues aguantarme a mis dos días seguidos es algo duro de llevar.

Ambos hablamos mucho, de hecho cada minuto se aprovechaba de conversación y pronto aprendimos a interrumpirnos contantemente de una manera divertida , ambos queríamos y teníamos tanto que decir que en definitiva la mitad del tiempo peleábamos por tener la palabra. El tiempo se hacía insuficiente, yo creo que no hemos pasado, ni tan solo un minuto los dos callados.
Todo esto ha hecho que me sintiera de una manera muy especial, ella ha hecho que me sintiera bien.

¡Hoy se ha ido! Como todos lo bueno en esta vida, es breve, y para mi aun lo ha sido más.
Tengo un nudo en el estomago, hoy he tenido que trabajar y mis compañeros les ha sido difícil soportar mi mal humor, pero estaba enfadado con el mundo, estaba enfadado con mi suerte y estaba inmensamente triste porque mi amiga… esa que tan feliz me había hecho, se volvía a ir, a recuperar su vida… y mientras una sensación de soledad recorría mi cuerpo.

Son las doce de las noche, hace tan solo doce horas que no la veo y mi mundo parece haberse derrumbado.

Me gusta ser como soy, aunque sufra con las despedidas de un amigo… que lamente que la vida a veces no me dé una oportunidad. Pero me siento el hombre más feliz del mundo, de tener la suerte de haber conocido a alguien tan especial como a la “niña de los calcetines bonitos” como cariñosamente me gusta apodarla.

¡Gracias, amiga!
Por despertar en mí las ganas de vivir.




“Para mí el sol ya no brilla igual en Andalucía desde que tú ya no estás aquí”

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