miércoles, 11 de abril de 2012

La orilla.




En unos de mis muchos paseos de verano, uno de esos días cualquiera en los que el sol reluce allá en lo más alto y los pájaros cantan como siempre… me tropecé con una lagartija que a la orilla del rio observaba atentamente la otra orilla.

Al acercarme vi que no se asustaba, e hice el amago de golpearla suavemente con la punta de mi zapato… el leve toque no izo que la lagartija se moviese… pensando que estaba muerta o frita de tanto sol, con el dedo la toque… fue un toque muy suave, pero imagino que lo suficientemente enérgico como para que la hiciese retorcerse de inmediato.

Aun así la lagartija ni apenas se inmuto. Desconcertado y extrañado a la vez, me senté junto a la lagartija dispuesto a descubrir que llamaba tanto la atención del aquel diminuto bicho.

Mire yo también hacia la otra orilla. Allí sentado no podía apreciar nada… ¿qué es lo que llamaba su atención?... empecé a especular sobre los motivos de aquel extraño comportamiento… ¡y allí estaba yo sentado!, ella sobre un canto rodado calentado por el sol de la tarde veinte veces más grande que ella… y yo mil veces más grande que ella sentado sobre la hierba. Formando ambos dos figuras extrañas y nada natural en tan bello paisaje…

¡Tan inteligente que me creía y no era capaz de desvelar que ocurría!… pensaba en silencio.

Durante horas espere a que mi vista pudiese mostrarme o dilucidar aquello tan fascinante que en la otra orilla debía de ocurrir.
En un momento dado la lagartija soltó unas palabras sin que su cuerpo se moviese ni tan siquiera un poco… Ella dijo: ¡necesito cruzar al otro lado!

¿Cómo? ¿Cruzar? Debía estar soñando pensé.

La lagartija ¡me había hablado!, dude si contestar... “decir algo suponía aceptar que ella había dicho unas palabras y eso daba a entender que me creía loco”, eso o el sueño era tan real que simplemente me asustaba.

La lagartija volvió a decir: ¡necesito cruzar al otro lado!

Yo ya no entendía nada… ni me explicaba aquel hecho… bobamente pregunte: ¿y para qué?
Ella callo unos segundos y me dijo: ¡no ves que allí el sol brilla más!, que la hierba es más verde y tupida, que las piedras son más grandes y calientes… y que todos son más felices…

Escuche atentamente sus argumentos, pero por mucho que miraba una y otra vez hacia la otra orilla… yo no veía diferencia entre ambas.
Decidí levantarme para observar desde una altura más elevada si era cierto lo que aquella lagartija obsesionada me decía…
Me volví a sentar a su lado y le dije: lo siento pero me temo que es exactamente igual un lado que el otro…

Ella me dijo, ¡imposible! ¿No ves la hierba verde brillar mucho mas, mecida por el viento? ¿No ves que hasta los pájaros sobrevuelan más ese lado?, ¿no ves que el rio brilla más en aquella orilla?…. Y así estuvo un largo rato…, a lo que yo, más por lástima que por convicción acepte ayudarla.
Cogí a aquella lagartija pequeña sobre mis dos manos unidas y cruce el pequeño rio con ella. Tarde tan solo un minuto, pero para aquella lagartija esa distancia era todo un océano.

Y suavemente la deje sobre una bonita y redonda roca de color clara que calentada por el sol… me pareció el lugar más idóneo.
Allí la deje, feliz por mi acción emprendí mi camino de vuelta a casa.

Paso una semana, y debo admitir que cada día pensaba ¿qué tal le irá a la pequeña lagartija en su nuevo hogar?
Llego el domingo, y me dirigí a mi paseo semanal. Pero en aquel lugar no había nadie, la lagartija no estaba y preocupado me senté un rato largo… ¡y fue largo!, pues paso al menos varias horas… pero allí no había nadie.

Extrañado mire a la otra orilla… ¿habría vuelto la lagartija a la antigua orilla?, decidí cruzar el pequeño rio nuevamente.

Triste observe su cuerpo flotando inerte entre las piedras de la orilla… la recogí con sumo cuidado entre mis manos y con cariño la deposite en la piedra donde la encontré la primera vez que la vi… su cuerpo ahora inerte y flácido, presentaba un aspecto demasiado desgarrador. El sol que antes tantos días la calentó…. nada podía hacer ya por ella.

Me quede una hora meditando mientras la observaba, ¿que razones hicieron que la lagartija decidiera volver a cruzar el rio de nuevo?… no lo sabía y me sentía culpable.

Cuando note su cuerpo calentado por el sol, horade un hueco en el suelo y la deposite con mimo en el….

Su cuerpo descansaría ya por siempre en aquel lugar que marque con un pequeño montículos de guijarros pequeños que saque del río.



Aun hoy, cada vez que camino por su orilla, no consigo entender que vio la lagartija de especial en aquel otro lugar que no tuviese en este…

domingo, 8 de abril de 2012

La niña de los calcetines bonitos.





Cuando dos desconocidos, dos amigos que están separados cientos de kilómetros deciden conocerse en persona, después de ser amigos virtuales durante meses… ¿suele?, e imagino y digo suele, ¡pues es mi primera vez! ser inquietante a la vez que interesante.

Aun no sé como un día me dijo que se venía a verme a Cádiz y que si quería pasar unos días con ella en Semana Santa aquí en mi tierra. Debo admitir que me cogió tan de sorpresa que por unos instantes dude silenciosamente que contestar, ¿pero que tenía que perder?, hace meses que la conozco y he sido yo quien se ha ido colando en su vida poco a poco.

¿Cómo se puede colar uno en la vida de otro? Imagino que simplemente con suerte y con interés. Eso, y como no el azar por supuesto. Me hace gracia decir que desde que vi la carita esa pequeña que sale en la pantalla de Facebook. Algo me dijo, o me empujo a que invitara a esa persona a ser mi amiga. Esta vida es complicada y no creáis que ganarse la amistad y mucho menos el respeto de alguien es fácil. Pero imagino que yo con ella tuve la suerte de convertirme en un contacto ameno, ¡digámoslo así!, pues no soy yo quien puede ni deba decir que adjetivo me identifica mejor. El caso es que nos hicimos amigos y ambos hemos compartidos buenos ratos de conversación.

El caso es que planeamos el viaje y la estancia, y dejamos correr los días.

Al día siguiente de decirle que si, no sabía ni siquiera donde me había metido, ni donde podría llegar a meterme… ¿Me preguntaba mil cosas?… me surgieron tantas dudas como miedos, si algo me caracteriza no es precisamente mi arranque…. pero si algo nos caracteriza a los dos… es que desde el principio nos hemos dichos y contado las cosas muy claras, y teniendo bien claro las cosas, mi única preocupación era ya la de planear unas rutas interesantes. Y hacerlas de una manera sencilla, para que se pudiese hacer rápidamente una idea de lo que es Cádiz y sus alrededores, y en definitiva que se lo pasara lo mejor posible.

No voy a describir cada lugar que visitamos, pues son demasiados y podéis imaginaros los que sepáis o conozcáis Cádiz, que pudimos ver y que vimos… sus murallas, sus baluartes, sus alamedas, sus calles, su catedral, su gente y ¡cómo no!, sus playas… mucha cosas que ver, y tan poco tiempo.

Lo que sí quiero contaros es como me sentido… antes, durante y después de su visita.
El día que llego, se coló de sorpresa donde trabajo sin avisarme, nada más entrar en la tienda la vi y siempre recordare esa primera vez, cuando vi su cara en persona por primera vez, su pelo y su sonrisa es lo que más me gusta de ella… inmediatamente deje de atender a los clientes y los deje con mi compañero y salí a darle dos besos, ¡no podía creerlo!, estaba aquí, frente a mí, sonreía feliz, nervioso… quería abrazarla, quería sentir que era verdad que estaba allí frente a mi…. Pero me limite a alargar mi mano sobre su brazo a fin de tocarla con un suave roce. ¡Sí! era real estaba allí y desprendía alegría a borbotones.

¿Qué me paso? ¿Qué era eso que tan feliz me hacia e ilusiona por igual? No podía explicarlo, pero estaba inmensamente feliz, su sonrisa, sus gestos, su naturalidad… era una chica preciosa y natural. ¡Su voz!, me preocupaba que no me entendiese, los andaluces hablamos muy rápido y de una manera un poco deje, ¿le pregunte si estaba bien? ¿Si me entendía perfectamente? Su voz a mi me pareció melosa y preciosa. Apenas pudimos hablar más esos primeros minutos en los cuales nos conocimos…
En los días siguientes, en tan solo dos días descubrí una mujer maravillosa, con unas virtudes extraordinarias que ni ella sabe que tiene, me alegraba cada minuto que pasaba con ella,, me reí mucho con ella, generosa, bondadosa, educada, amable, inteligente, caprichosa, infantil, geniosa, divertida, espontanea, sencilla y sincera!! Muy sincera… cada situación era un reto, si no bromeaba yo con algo, era ella la que me hacia reír con algunas de sus cosas.
Creo que nunca un día se me había echo de tan pocas horas…. como estos, qué tenido la suerte de compartir con ella.

¡Paciente! es la mejor de sus virtudes, pues aguantarme a mis dos días seguidos es algo duro de llevar.

Ambos hablamos mucho, de hecho cada minuto se aprovechaba de conversación y pronto aprendimos a interrumpirnos contantemente de una manera divertida , ambos queríamos y teníamos tanto que decir que en definitiva la mitad del tiempo peleábamos por tener la palabra. El tiempo se hacía insuficiente, yo creo que no hemos pasado, ni tan solo un minuto los dos callados.
Todo esto ha hecho que me sintiera de una manera muy especial, ella ha hecho que me sintiera bien.

¡Hoy se ha ido! Como todos lo bueno en esta vida, es breve, y para mi aun lo ha sido más.
Tengo un nudo en el estomago, hoy he tenido que trabajar y mis compañeros les ha sido difícil soportar mi mal humor, pero estaba enfadado con el mundo, estaba enfadado con mi suerte y estaba inmensamente triste porque mi amiga… esa que tan feliz me había hecho, se volvía a ir, a recuperar su vida… y mientras una sensación de soledad recorría mi cuerpo.

Son las doce de las noche, hace tan solo doce horas que no la veo y mi mundo parece haberse derrumbado.

Me gusta ser como soy, aunque sufra con las despedidas de un amigo… que lamente que la vida a veces no me dé una oportunidad. Pero me siento el hombre más feliz del mundo, de tener la suerte de haber conocido a alguien tan especial como a la “niña de los calcetines bonitos” como cariñosamente me gusta apodarla.

¡Gracias, amiga!
Por despertar en mí las ganas de vivir.




“Para mí el sol ya no brilla igual en Andalucía desde que tú ya no estás aquí”

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