viernes, 13 de agosto de 2010

La esperanza.


Hace media hora que veo jugar a los niños a mí alrededor. Temo que me den con las piedras que se están tirando. Pero me divierto viéndolos jugar.
Utilizan unos largos palos para golpear las piedras y se han dividido en dos bandos, se tiran piedras… a la vez que las golpean en el aire. Es increíble como derrochan una energía que parece inagotable.
El día hoy es tranquilo, luce el sol y no hay una sola nube en el cielo… son apenas las doce del mediodía y una temperatura algo elevada nos recuerda que estamos en pleno verano…
El parque donde estoy, está abarrotado de personas, unos juegan… otras charlan…
El abrigo que proporciona el parque se agradece, la contaminación y el ruido aquí son anecdóticos…
En definitiva, es un lugar precioso donde pasear, correr, jugar, hablar o simplemente como hago yo… observar.
De mi tengo poco que decir, aparte de que soy un gran observador a la vez que un gran soñador.
He visto de todo en mi vida, he tenido la suerte de ver casi todo lo que la vida ofrece. He visto lo malo y lo bueno, lo alegre y lo triste, lo bonito y lo feo, así como lo trágico o lo milagroso…
Pero ya estoy cansado de soñar. Durante años he observado a mí alrededor esperando esperanzado ver un bello resurgir de la humanidad. Pero cada día la humanidad me sorprende con alguna nueva maldad o alguna nueva hecatombe medioambiental… los derrames de petróleo, los deshielos, los incendios forestales, la contaminación de los ríos… todo esto junto a guerras, rencores y mil maneras de hacerse un daño enfermizo… ocurre a nuestro alrededor sin que les demos la menor importancia….
Hemos aprendido a vivir con los ojos cerrados antes estos hechos…. Nos conformamos con que no nos quiten lo nuestro, ¡los demás que se la arreglen como puedan!
Ya soy algo viejo, y el sueño de ver una nueva humanidad cada vez está más lejano para mí…

Aun así, seguiré aquí soñando el renacer de una nueva humanidad, una humanidad en armonía con la naturaleza y con una nueva virtud, la de no poder hacerse un daño irracional y sin sentido entre sus iguales.



Al menos, recuerda mientras esto ocurre que arboles como yo, convivimos en armonía con vosotros para intentar hacer un mundo mejor,,, recuerda al vernos que mientras estemos aquí, ¡aun hay esperanza!.

lunes, 9 de agosto de 2010

El deseo.


Tendría que ser medio día…. Y en medio del desierto del Sahara nada se movía…
Las piedras sudaban y la arena hervía… el sol brillaba cien mil grados más aquí…
En ningún sitio había vida, ni un bicho… ni una planta… la soledad era absoluta…
El ruido del viento susurraba antiguas historias de cuando esta tierra era fértil y lluviosa…
Pero hace millones de años que la vida aquí es prácticamente nula…
Y digo prácticamente nula porque el camello que portaba a nuestro joven tuareg… clavaba sus cascos… de una manera pesada, pero de manera síncrona con el viento…
Nuestro joven con la cara cubierta, para evitar la arena, se movía de acá para allá, balaceado por el caminar del camello… sin hacer ningún esfuerzo más del necesario…
La vida de nuestro nómada era de las más insufribles de la tierra, calor, sol, arena, tormentas, viento y sobre todo sed… ¡mucha sed!
Nuestro joven recorría cientos de kilómetros en búsqueda de cuatro gotas de agua cada día… su pueblo nómada se movía con el…
Todos parecían conocer el camino… el cual seguían sin apenas levantar la vista del horizonte…
Aquí no hay referencias… simplemente se sabe a dónde ir…
Lo curioso de nuestro joven, es que tuvo que caerle en gracia a algún dios. Pues un día uno se le presento…
Nuestro joven turbado por la presencia y curioso por aquel ser que se encontraba ahora delante de él… salto del camello y se acerco…
El joven saludo a aquel extraño personaje… ¡parecía no entenderle…!
Le ofreció la poca agua que tenia y le invito con un gesto a subir al camello…
Si se quedaba allí, moriría seguro. El joven se extrañaba de aquel raro ser, que parecía haberse escapado de alguna caravana de esclavos…
Así que arrastro del brazo al extraño ser y lo acerco al camello…
Durante horas camino tirando del camello, y guiando aquella extraña figura que se balanceaba sobre su camello…
Al rato de varias horas, el extraño ser grito: ¡detente!
Y joven y camello pararon…
- ¡Sabes hablar! Exclamo el joven.
- Claro, solo te observe…
- Y cuál es el motivo de que te encuentres aquí, y porque no me has dicho nada antes y porque me observas… pregunto indignado el joven tuareg.
- ¿Sabes jovencito? , se que eres valiente… y que tu corazón es muy puro ,, das todo lo que tienes sin importar que para ti no quede nada… y eso te hace especial…

El joven miraba extrañado como el extraño personaje relataba sus historias y aventuras… ¿cómo podría saber ese hombre esas cosas?
Asustado empezó a retroceder… y el hombre levantando la mano le dijo:
- ¡No temas!, no debes tener miedo, solo he venido a recompensarte tantos años de penurias y buenas acciones.
- Puedes pedir lo que más desees y se te concederá. Quieres vivir en otro lado, quieres un rio con mucha agua, quieres arboles que den sombra fresca, quieres animales para que la caza te proporcione alimento…
- ¿Qué quieres pedir?
El joven pensó durante unos segundos y dijo:
- ¡Quiero un cubito de hielo!
- ¿un cubito de hielo? Pregunto extrañado aquel hombre…
- ¡Pero podrías pedir toda una montaña! ¿seguro que solo quieres un cubito?
- Si… dijo el joven tuareg…
Y durante unos minutos aquel extraño hombre presencio en silencio como aquel iluso joven, solo le había pedido un cubito, ¡un vulgar cubito de hielo!, era imposible tanta estupidez…
El muchacho pasó los escasos minutos observando y relamiendo el fantástico cubito de hielo… que maravilla aquella cosa tan pequeña y tan insignificante… pero que le proporcionaba tantísimo placer.



Cuando el joven término, el hombre le pregunto intrigado…
- ¡Sabes que podrías haber elegido vivir en otro lugar! o haber tenido todo el hielo del mundo.
- Si lo sé…contesto el joven tuareg
- ¿entonces?
- Yo soy feliz aquí con lo que tengo, la vida que me toco vivir es esta… y las cosas que me fascinan en la vida prefiero que me sigan costando tanto conseguirlas… Así nunca correré el riesgo de que lleguen a dejar de fascinarme…



Esto está dedicado a mis cubitos de hielo, esas personas que solo puedo tener unos minutos al día, bien por la distancia o bien por el tiempo... o bien por otras razones… a esas personas que sin saberlo son importantes en mi vida…les mando un beso y le dedico esta entrada.
A Tere, a Nata Chada y a Marta por sus minutos al día que me hacen tan feliz…
Y a mi nueva lectora Natalia Acuña por haberse sumado a Terapia para lucidos.

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